El complejo mayor de histocompatibilidad y las ranas leopardo

Durante varias décadas, el hongo patógeno Batrachochytrium dendrobatidis, ha diezmado poblaciones de ranas. Sin embargo, algunas de esas poblaciones y ciertas especies han sido capaces de resistir la enfermedad mortal, llamada quitridiomicosis.
Investigadores han identificado un mecanismo genético en las ranas leopardo que hace que algunas ranas sean resistentes a Batrachochytrium dendrobatidis. Descubrieron que la variación en un gen asociado con la capacidad de la rana para identificar agentes patógenos e iniciar una respuesta inmune puede determinar si una rana es resistente a la enfermedad. También encontraron la evidencia de que una forma (variante) del gen, que da inmunidad a la quitridiomicosis, ha sido seleccionada «positivamente» en las generaciones más recientes.
Los resultados ofrecen la esperanza de que las ranas puedan adaptarse a la enfermedad, siempre y cuando sus hábitats estén protegidos y su población crezca lo suficiente como para diversificar su herencia genética.

En este estudio, Anne Savage (el autor principal de un artículo publicado 26 de septiembre en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), y que trabaja en el laboratorio de Kelly Zamudio, profesora de Cornell de Ecología y Biología evolutiva) pudo criar en el laboratorio ranas leopardo de cinco poblaciones distintas libres de enfermedad. A continuación, las poblaciones fueron infectadas con una cepa de Batrachochytrium dendrobatidis. Todas las ranas de tres de las poblaciones murieron. En los otros casos, siete ranas de cada una las dos poblaciones restantes sobrevivieron.
Ahora un poco de investigación en crudo: Savage analizó los genes del complejo mayor de histocompatibilidad, que codifican una molécula que se une a patógenos extraños e inicia una respuesta inmune en el huésped. En concreto, Savage secuenció los genes del complejo que controlan las regiones de unión de estas moléculas a los patógenos. Si la molécula y el hongo patógeno se unen, la rana sobrevive.
Se encontraron 33 alelos distintos (o distintas variantes de este gen del complejo), mostrándose una gran variabilidad. Casi todas las ranas que disponían las dos formas del gen (heterocigotos) sobrevivieron, mientras que casi la totalidad de las ranas con una sola forma (homocigotos) terminaron pereciendo. Dado que Batrachochytrium dendrobatidis tiene muchas proteínas que podrían ser reconocidas por las diferentes moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad, con más de una variante del gen pueden haber aumentado las posibilidades de supervivencia por la unión a los patógenos. Los investigadores también encontraron que una de las 33 variantes del gen, llamada alelo Q, se encontró sólo entre los supervivientes.
Curiosa y gran investigación utilizando una de las familias de genes más interesantes, aprovechándose de su carácter codominante, un tema muy presente y que tengo la suerte de tratar en mis estudios genéticos también.

Referencias: MHC genotypes associate with resistance to a frog-killing fungus (Anna E. Savage and Kelly R. Zamudio)
Imagen obtenida de lookfordiagnosis.com
Escuchando: Podcast de Minoría simple

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Amanita Muscaria…¡qué tiempos!

No penséis mal. Que os veo venir. Lo de qué tiempos no es a que me pasara los días «colgado» de semejante hongo. Lo que pasa es que a lo largo de mi vida a estado presente. Desde que era canijo, los pitujos ya introdujeron esto en nuestras mentes. Después hubo el típico cachondeo en el instituto y para finalizar durante la carrera no hacíamos más que buscarlas en las clases de botánica. Y cuando no había clases, también.
Gracias a la web 356especies.com, me han vuelto a recordar esta «espirituosa» seta. Os dejo con lo que describieron de ella ayer mismo.

Amanita muscaria es el nombre de una seta venenosa conocida popularmente como matamoscas o falsa oronja. Crece en bosques de pino negro, hayas y abedules, en las laderas de los Alpes, los Pirineos, el Himalaya y otras cadenas montañosas. De color rojo intenso con puntos blancos, se ha convertido en la seta más popular por su constante aparición en la iconografía infantil de los cuentos de hadas y las historias mágicas sobre gnomos y duendes.
Este hongo es un potente alucinógeno, conocido desde hace varios milenios en todo el mundo y usado sobre todo en rituales religioso por los hindúes y los chamanes siberianos. Los vikingos también bebían un elixir confeccionado a partir de la seta para tener fuerzas en la batalla y no sentir dolor ni cansancio. El consumo de este hongo provoca una especie de borrachera eufórica con alucinaciones, frecuentemente macropsia (tendencia a ver los objetos más grandes de lo que son en realidad) o micropsia (el efecto contrario). Este hecho inspiró probablemente a Lewis Carroll las propiedades de encoger y agrandar los objetos que poseía el hongo del sueño que tomó Alicia en Alicia en el país de las maravillas.

Escuchando: El barullo de la Espixa de Ingenierías

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