Agitación y calor en las disoluciones
Algo básico a la hora de hacer alguna disolución (mezcla totalmente homogénea) es conocer algún truco sobre como llevar a cabo el proceso. Durante el desarrollo de un proyecto de investigación siempre hay que cacharrear un poco. Es algo fundamental para llegar a ser un experto en el manejo de todos los aparatos y componentes que se utilizan en un laboratorio. Además, se repasan ciertas clases de química a la hora de hacer los cálculos pertinentes para conocer las concentraciones, volúmenes, gramos o moles de uno o varios de los compuestos implicados en las disoluciones. Pero las primeras veces se suele escapar algo. Se está un buen rato agitando y aquello no se disuelve. Como los grumos del cola cao, vamos. En la gran mayoría de las ocasiones, basta con observar el pH del compuesto que se está originando. Regulando el pH suelen disolverse mejor los solutos. Pero en ocasiones se necesita dar un empujón mediante calor. Siempre hay que estar seguro de que la disolución no vaya a volverse inestable. En un laboratorio de Genética, a no ser de que se vaya a hacer algo muy específico y que contenga ácidos, las disoluciones no entrañan peligro. Pero ojo: hay que acordarse de cosas básicas como que la sosa genera cierta energía calorífica al contacto con agua. Hace un tiempo vi un pequeño susto con una solución de sosa en agua al poner el vaso de precipitados en un agitador que estaba demasiado caliente de una preparación anterior.
En la mayoría de los laboratorios es trabajo de los técnicos el tener preparadas las disoluciones, pero es bueno que de vez en cuando recordemos cómo se hace una simple disolución.