¿Quién no ha sufrido de agujetas al día siguiente de hacer un ejercicio intenso al que no se está acostumbrado? Aunque se asocie el dolor a algo malo, en esta ocasión es todo lo contrario, deportivamente hablando. La antigua teoría de que la causa primaria de ese dolor lo producía el ácido láctico que se acumulaba en los músculos se ha quedado en segundo plano. Ahora se conoce que la verdadera causa son las microrroturas musculares. Cuando se ejercitan los músculos y se producen tensiones superiores a las que pueden soportar, el cuerpo se debe adaptar a esa nueva situación. Intenta expandirse produciéndose roturas pequeñas en los músculos para poder expandirse. De ahí los dolores punzantes que se sienten. El pico máximo de dolor se alcanza a las 48 horas de haber realizado el esfuerzo.
Por lo tanto no sirven de nada las recetas de la abuela como beber agua con azúcar. La curación de las agujetas es simple: volviendo a hacer más ejercicio. Para restaurar os músculos “rotos” el cuerpo necesita que lleguen por el torrente sanguíneo todos los nutrientes necesarios para la reparación. Si ejercitamos la zona habrá un mayor riego sanguíneo y se promoverá por tanto la curación.
Al principio decía que deportivamente era bueno sentir ese dolor. Es obvio. Si se sienten agujetas significa que se ha avanzado un poco más en el desarrollo muscular de la zona afectada.