La predisposición genética para la depresión es mucho más común en las culturas de occidente que las de oriente. Eso ocurre porque las culturas orientales son menos egocéntricas que las occidentales. Se ha demostrado que la genética está tremendamente unida al ambiente en el que se vive a la hora de desarrollar una depresión.
Hay que intentar que prevalezcan los intereses comunes frente a los individuales y sobre todo la gente que tiene una mayor probabilidad de padecer problemas de inestabilidad mental.