Menudo susto me he pegado cuando he mirado el pulsómetro después de una etapa subiendo y bajando la Candamia, aquí en León. Me ha dado 226 pulsaciones. O estoy muerto o mi corazón está hecho de titanio o…la fiabilidad de un pulsómetro como el polar rs400 queda entredicha. Para fliparlo. Es verdad que me he llevado un par de sustos y que hacía bastante que no subía todo el monte sin parar y a buen ritmo, pero de ahí a que me de un 116% de pulsaciones. Increíble. Lo mejor de la ruta es que me ha permitido observar lo mucho que ha cambiado este «parque de recreo» en estos 10 años. Me acuerdo que cuando subía por las colinas (que no eran de pista con gravilla como ahora…no sé a quién se le ha ocurrido semejante tontería. Voy a tener que limpiar la bici cada vez que se me ocurra bajar por las pistas. Y de paso toda la ropa), me metía por la zona de pinos y no había más que eso, pinos. Ahora ya se han dedicado a hacer hasta saltos con trampolines. Es perfecto. No tenía intención de pillarme más que otro casco, pero me dan ganas de cogerme unas protecciones para empezar a probar…o que me pruebe a mi el terreno, que será lo más fácil. Lo bueno es que he probado definitivamente la bicicleta pegando un ligero salto a una piedra y sigo diciendo que es soberbio el comportamiento.
Escuchando: Los ventiladores de los termocicladores