Parece ser que los japoneses tienen una adaptación muy curiosa por comer sushi. Para resumir, hay ciertas bacterias que viven de las algas del género Porphyra que sirven para preparar platos de sushi (comúnmente llamadas nori). La adaptación biológica y la transferencia genética horizontal ha hecho que las bacterias intestinales de los japoneses hayan incluido cierta característica interesante en su genoma. Esas bacterias que se nutren del nori, tienen unas enzimas especiales llamadas porfiranasas (procesan el porfirano, un azúcar abundante en las algas rojas del género Porphyra) para poder digerir ciertos hidratos de carbono de la alga. El gen que codifica a esa enzima ha sido transferido a las bacterias del intestino (especie Bacteroides plebeius) de la población japonesa, siendo ahora su eficiencia mayor a la hora de disgregar las algas. Parece ser que no hay problemas de competencia ni de convivencia con el resto de la flora bacteriana. Esto, como he visto en muchos titulares, hace que «los japoneses estén contentos del regalo genético obtenido por comer sushi», ya que no han encontrado esta transferencia en otros lugares del planeta.
Es impresionante lo que la naturaleza genera. Y de nuevo los genes detrás de la evolución.
Referencia: Transfer of carbohydrate-active enzymes from marine bacteria to Japanese gut microbiota
Esto confirma que el sushi no es bueno para el resto de los humanos, ya que nuestro intestino no lo puede digerir como el de los japoneses. O quizas sea que a mí no me gusta
jejeje. Hola, Rosa! Pues visto desde ese punto de vista, ya tenemos una excusa gastronómica a la que agarrarnos cuando no queramos ir a un japonés. Pero, con la inclusión de las artes culinarias orientales, no tardaremos mucho en adaptarnos. Un saludo y gracias por el comentario.